Erik Gunnar Asplund nace en
Estocolmo en 1885, siendo por tanto contemporáneo de Walter Gropius, Mies van
der Rohe y Le Corbusier, los grandes exponentes del Movimiento Moderno al cual
pertenece. En esos momentos se da en Suecia una situación de cambio en lo
referente a la industrialización y hay un deseo de vuelta al clasicismo
anterior. Se considera la obra de Asplund como un trabajo evolutivo. Empieza en
la corriente romántica sueca aprendida de sus maestros de la cual se va
liberando para volver al clasicismo de un siglo antes. La exposición de
Estocolmo de 1930 supuso, sin embargo, un cambio total en su arquitectura dirigiéndose
al funcionalismo y al racionalismo, lo que le sitúa dentro del Movimiento Moderno.
Como evolución de esta corriente hacia un sentido más humano y en consonancia
con la naturaleza, se le considera junto a Frank Lloyd Wright y Alvar Aalto, el
impulsor de la arquitectura organica.
En el año 1937 Asplund construye
un refugio de verano para él y su familia. En un momento donde el Movimiento
Moderno está en pleno auge, incluso su arquitectura, Asplund desarrolla un
proyecto de alejamiento de las ideas internacionales. Elige para su propia
vivienda una opción más humana y que tiene más en cuenta las necesidades de sus
habitantes y la relación del edificio con la naturaleza que lo rodea, teniendo
como base la arquitectura vernacular.
La casa se erige en la península
de Lisön, en la Bahía de Hästnäsviken a 60 kilómetros de la capital sueca. Era
un paraje despoblado hasta la construcción de la casa por lo que supone un
lugar para huir de la ciudad y su ferviente modernidad. Pone en práctica en
esta casa el naciente concepto de arquitectura orgánica adaptando la casa a su
entorno y basándose para ello en la estética vernacular. El complejo
arquitectónico comprende por un lado un edificio mayor, que será el destinado a
la vivienda, y, por otro lado, seis módulos menores repartidos en la parcela.
Cada una de estas adiciones cumple con una función específica: tres de ellos
son almacenes, uno es un baño, otro una sauna y el último una leñera. Además se
añade un embarcadero en la laguna.
En cuanto al edificio de la casa,
es una estructura sencilla rectangular de una sola planta que va adaptándose a
la topografía del lugar obteniendo cuatro niveles distintos. Ocupa unos 100
metros cuadrados y tiene una cubierta a dos aguas. Hablamos de una
fragmentación de ese rectángulo consiguiendo dos volúmenes, el menor de los
cuales se gira unos 90º respecto al otro con intención de optimizar las vistas
de la estancia que lo ocupa, el salón, la zona de día. No son sin embargo dos
volúmenes inconexos. No es la primera vez que Asplund lleva a cabo esta
transformación de la estructura, podemos verla también la casa Snellman.
Casa Stennäs.
Plano de la casa Stennäs.
El volumen mayor, situado al norte se
construye pegado a un gran conjunto rocoso de configuración granítica de unos 7 metros de altura. La
parte más cercana a estas rocas se destina a una zona de despensa o bodega y
sería el nivel más alto de la casa, seguido de la zona de la cocina y el
dormitorio menor, después el dormitorio principal y luego la entrada y la sala de estar. Por
último llegamos al salón (situado en el volumen girado) donde de se desarrolla
la vida de la casa. Símbolo de esto la posición de la chimenea que ha
representado históricamente el centro de la casa. En este caso la sitúa en la
entrada, junto a las escaleras que bajan al salón como si indirectamente nos
estuviera llevando hacia el fuego del hogar. En esa sala vemos también como
emplea su recurrente divertimento en el uso de las puertas. Emplea la misma
tipología de puertas para la entrada desde la estancia previa y para la que da
salida al jardín, creando en el visitante una confusión entre cual es interior
y cual interior, guardándose el secreto para el propietario. Vemos que también
en la villa Snellman aparece la misma idea de confusión cuando coloca la puerta
de entrada (más representativa) junto a la que da salida desde el salón,
creando contrariedad en el visitante. Para él es una forma de contraponer
interior y exterior. Es destacable como lo usa en la sala del cine Skandia, en
las puertas de los palcos. Cada una de ellas es diferente y se crea en el
pasillo donde están situados una sensación de estar en una calle donde cada puerta
da a una casa, cada una diferente, cada una de un espectador, individualizando
así la experiencia.
Juego de puertas en el interior del salón de la casa Stennäs.
Juego de puertas en la casa Snellman y en el pasillo de palcos del Cine Skandia
En cuanto al mobiliario, casi
todo fue diseñado por él mismo. Se adaptan a la casa ya que resultan acogedores
e íntimos. Tienen mucho de mueble rústico, volviendo otra vez a los orígenes, a
los que se les ha hecho un pequeño refinamiento en cuanto al diseño sin perder
carácter y convirtiéndolos en atemporales; como ejemplo encontramos las sillas
de pino y junco y la mesa de madera de pino al aceite. Las tapicerías a cuadros
de los sillones y los acabados lacados hacen ligera alusión a las casas
victorianas.
El proyecto en sí es una vuelta a los orígenes en un momento en el que empieza a comprender, desde su carácter crítico, romántico y honesto, de que hay una imposibilidad en crear una cultura trasparente y homogénea que planteaba el funcionalismo de la modernidad más estricta. En palabras de Blanca Lleó “Este pequeño y cálido refugio parece una respuesta atemporal a la casa como máquina de habitar de los tiempos modernos”. Interpreta la casa Stennäs como “ese refugio cálido, envolvente y visceral, ese primer lugar de habitación de hombre: el seno materno”. En toda la obra de Asplund vemos matices puntuales en sus diferentes proyectos que ya iba incluyendo elementos y estancias que tomaban formas orgánicas haciéndolas más acogedora en contraposición con órdenes más rígidos. Una vez más tenemos que volver a la casa Snellman donde crea en la salita familiar privada una habitación orgánica y redondeada gracias un panelado de madera. El mismo concepto emplea para la sala de cuentos infantiles de la Biblioteca pública de Estocolmo donde crea un espacio redondeado y envolvente en el lugar donde se coloca el narrador. Este carácter orgánico se refuerza aún más con el fresco de Nils Dardel sobre la historia de John Blund con formas redondeadas y muy orgánicas. De la misma forma los bancos para los oyentes se diseñan en semicírculo. En la casa que nos ocupa esta visión acogedora del espacio se extiende en la estancia principal. Como inicio de ello tenemos la configuración de la chimenea realizada a partir de una forma semiesférica y en la que se redondean todos sus bordes. La cubierta se rebaja a un techo plano que hace la habitación más recogida. Además incorpora un rail por el cual se puede desplazar una tela plegada con intención de separar la zona de estar de las paredes que dan al exterior.
Mobiliario en el interior del salón de la casa Stennäs.
Plano de la planta baja de la casa Snellman y la sala de narración de cuentos de la Biblioteca Pública de Estocolmo
Asplund es capaz de desarrollar
todos estos matices de acogida hacia el habitante porque aprende de la
experiencia. Su percepción psicológica de los espacios y de la vida que allí
desarrolla el habitante son la base de su proyecto lo que determinaría la conformación
del espacio. Esta característica de Asplund es la que lo pone en contraposición
del funcionalismo más estricto, una idea que empezaba a difundirse ampliamente
en Suecia y que posteriores arquitectos desarrollarían hasta una arquitectura
humanista como Alvar Aalto. Este entendía como Asplund colocaba al hombre como
punto de partida y fue su aspiración durante toda su carrera y lo que hizo que su arquitectura fuera una
evolución desde la fría modernidad a humanización de la arquitectura. A su
muerte Aalto dijo: “Su punto de partida era el hombre con los innumerables
matices de su vida y su naturaleza emocional […]. El mejor de los arquitectos
nos ha dejado”.
Podemos decir que esta casa no se
puede describir a partir de un análisis clásico o racional por lo que muchos la
han clasificado como “una arquitectura sin arquitecto” (por ejemplo por la
disposición de las ventanas que cada una responde a las necesidades de cada
estancia interior variando la altura y las dimensiones, quedando en su vista
exterior de forma irregular). Pero cada matiz es reflejo de cada acción del
habitante, que este caso es su autor. La casa Stennäs es el retrato
arquitectónico de Asplund. Cada una de las contradicciones y detalles que no
podemos explicar son simple resultado de la necesidad de privacidad del autor,
creando para él lo espacios que necesita y tal y como los desea.
Subido por: Nerea Illana Diez
Subido por: Nerea Illana Diez
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