Dentro del modernismo, en el que encontramos el ya explicado art nouveau, tenemos en Viena otra de sus variantes. En este momento histórico no se puede dejar de lado a la capital austriaca ya que ha supuesto siempre un lugar de clave para el diseño teniendo y conservando un carácter propio que no siempre coincide con el resto de sus contemporáneos en el resto de Europa. En el periodo que se da entre la fundación de la Secesión Vienesa en 1897 y el fin de la Wiener Werkstätte en 1932 se dan cambios en el estilo y en el pensamiento, que hacen que el espíritu del arte y diseño vieneses se diferencien del resto del modernismo creando unas características y una concepción del diseño propias. Se alejan así de la ornamentación excesiva que se estaba dando en el art nouveau para acercarse a las formas limpias, puras y geométricas ordenadas de una manera más racional creando objetos bellos por su diseño y no por su carácter decorativo. Aunque no haya unas características propias del movimiento en sí, debido a la diferencia de estilos de sus integrantes, todos coinciden en la ruptura del academicismo que predomina en ese momento encaminándose hacia formas más abstractas y alejadas de lo anteriormente establecido.
Lámpara de techo de la Wiener Werkestätte, 1905.
Adolf Loos, “ Perntagonodekaeder” lámpara de techo colgante en forma de decaedro de lado pentagonal de níquel y cristal, 1909
La Wiener Werkstätte fue una agrupación de artistas salidos de la Secesión vienesa, de diferentes ámbitos (arquitectos, diseñadores, artistas visuales, artesanos) que se unieron con el fin de instruir a gente en muy diversas disciplinas (carpintería, cuero, metalurgia, encuadernación, pintura, moda), consiguiendo así un aprendizaje completo. Fueron Josef Hoffmann y Koloman Moser quienes iniciaron la escuela en 1903. La base de su pensamiento fue la idea de Gesamtkunstwerk (obra de arte total); es decir que todo el espacio era pensado, hasta el último detalle. Consistía en el diseño del mobiliario, los objetos decorativos, incluso los detalles más insignificantes. Estos últimos no eran para ellos algo prescindible sino que todos y cada uno estaban perfectamente estudiados dependiendo del lugar que ocuparían en la obra de arte total. Para ellos era fundamental el trabajo artesanal que se debía llevar a cabo para la creación de sus diseños dando así un valor mayor al concepto de artesano cuyo nombre aparecería en la obra junto a la marca de la Werkstätte y la firma del diseñador. Su objetivo era la funcionalidad y la elegancia alejándose de la producción en masa de la era industrial y volviendo al objeto individual y exclusivo. Esto hace que sus creaciones fueran destinadas a una clase social bastante alta. Si algo caracteriza a la Werkstätte es la búsqueda de la sencillez frente a las formas ornamentadas que se daban en otros lugares de Europa encontrándola en la línea recta y la geometría. Con ello realizaban objetos más simples y funcionales.
Es difícil por tanto hablar de un objeto en concreto como es en este caso la lámpara, ya que esta era una parte de la obra total. Una de las lámparas que mejor representa las características de este estilo es una lámpara de mesa realizada por Josef Hoffmann entre los años 1904 y 1905, la M109. Se trata de una lámpara con base de planta cuadrada de hoja metálica modulada vagamente con pequeños motivos semiesféricos en los bordes. Del centro de la base se alza el pie de hierro que sujeta la pantalla de forma semiesférica de vidrio opalino que contiene dentro cuatro bombillas colocadas hacia abajo sobresaliendo por la parte inferior de la pantalla. Esta lámpara reúne sencillez en su diseño, funcionalidad para su uso y una buena unión entre diferentes materiales. Josef Hoffman (1870-1956) fue arquitecto y diseñador formado en la Escuela de Artes Aplicadas de Viena donde fue instruido por Carl Freiherr von Hasenauer y Otto Wagner de los cuales tomaría las teorías de crear una arquitectura y objetos funcionales y modernos. Participó en la creación de la Secesión Vienesa y más tarde fundaría, junto a Koloman, la Wiener Werkestätte. Se centró en establecer los estatutos y el organigrama de estos talleres creados para la producción de objetos diseñados bajo los ideales de la Secesión Vienesa. Utilizó en sus creaciones materiales de gran calidad convirtiéndolos en objetos exclusivos, no aptos para todos los públicos. Sus diseños se basan en las líneas rectas y las formas puras y sencillas, empleando cubos, rectángulos, esferas y el contraste entre blanco y negro. Muchas fueron las lámparas diseñadas por Hoffmann que recogen todos los elementos de su ideario. Muchas de ellas, presentan la pantalla en tela como lo hacían tradicionalmente las lámparas y otras eran reinterpretaciones de las lámparas de globo de papel orientales.
Josef Hoffmann, lámpara de mesa con pantalla de tela y base de hierro, 1904.
Josef Hoffmann, lámpara de techo reinterpretando las lámparas de papel orientales. Realizada en seda, 1928-29.
El otro cofundador de la Wiener Werkestätte, Koloman Moser (1868-1918), tiene también gran variedad de diseños de lámparas. Estudió en la Academia de Viena y en la Escuela de Artes Aplicadas (en la cual sería profesor a partir de 1899). Si bien es cierto que es conocido sobre todo por su aportación al diseño gráfico, trabajó en todos los ámbitos del diseño: joyería, mobiliario, encuadernación de libros, vitrales, textiles… Koloman recuperó la cultura grecorromana de la cual adoptó sus líneas limpias y los motivos más comunes de esa época. Esto lo adopta como respuesta a la decadencia del arte barroco. Sus lámparas se caracterizan por su sencillez y funcionalidad. Destacan las realizadas a base de módulos. Se trata de lámparas que se crean a partir una lámpara base sencilla: una lámpara colgante que termina en una pantalla esférica de vidrio opalino. El resto consisten en la multiplicación de ésta.
Koloman Moser, lámpara de techo colgante en latón y vidrio opalino de un solo módulo, 1904.
Koloman Moser, lámpara de techo colgante en latón y vidrio opalino de siete módulos, 1904.
Tenemos presentes también las lámparas realizadas por Dagobert Peche (1887-1923) las cuales acentúan la idea de pieza única ya que el artista tenía predilección por los materiales caros y preciosos que hacían que la su producción en masa resultara excesivamente cara. Además mantenía la idea de mano-materia, interviniendo en sus realizaciones para dejar una marca personal en cada una de sus obras. Sus lámparas se caracterizan por su influencia de las formas naturales que desnaturaliza llevándola a su forma más simple y bastante geométricas. Sus lámparas no son completamente tradicionales. Suele incluir elementos fantásticos y sus formas pueden recordar a pagodas orientales y los tótems, campanas o incluso a los candelabros de cerámica del rococó.
Dagobert Peche, diseño de lámpara de pie con inspiración en los tótems y las texturas de culturas exóticas, 1920.
Dagobert Peche, lámpara candelabro con formas de aves en latón y vidrio opalino, 1922.
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Subido por: Nerea Illana Diez
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