Giorgio de Chirico, "La canción del amor", 1914.
Cuando se habla de la representación de los sueños en el mundo del arte, siempre aparece el surrealismo como movimiento que mejor y más en profundidad desarrollo este aspecto. Sin embargo, muy pocas veces aparece una referencia al arte metafísico que supo crear mundos oníricos a partir de la arquitectura clásica, objetos cotidianos y perspectivas imposibles. Siendo así, se considera predecesor del futurismo.
Se trata de un movimiento que se dio en Italia en 1916 de la mano de Giorgio de Chirico y Carlo Carrà, quienes fueron sus máximos exponentes. Se caracteriza por las yuxtaposiciones de objetos situados en perspectivas abiertas y forzadas gracias a las sombras. Eso unido al uso de elementos de la arquitectura y la cultura clásica griega creaban paisajes pertenecientes a un mundo onírico y desolado. No fue un movimiento de larga duración, como ocurrió con casi todas las vanguardias, y para el año1920 ya se había disuelto. Sin embargo, aunque la pintura metafísica muriera fue la que dio pié a los movimientos del dadaismo y el surrealismo.
En época de la Primera Guerra Mundial, se vive en Italia una tremenda crisis de futurismo, que fue la vanguardia más extendida de este país y que auguraba un adelanto, unido con el auge de movimientos nacionalistas e imperialistas, que estuvieron alentados en gran parte por la frecuente lucha por el poder de las colonias. El nacionalismo busco las bases para construir su ideología en las raíces clásicas, en el grandioso pasado de Roma y en los referentes de la Italia renacentista. Esta búsqueda de los referentes clásicos derivó en dos vertientes. Por un lado, el Novecento que se daba en paralelo a otras corrientes clasicistas entorno al Mediterraneo (como el Noucentisme en Cataluña). Por otro lado, aparece el movimiento que hoy nos concierne: la pintura Metafísica.
Podemos decir que el origen de la pintura Metafísica es de caracter simbólico de la mano de los estudios recibidos por Giorgio de Chirico, quien había nacido en Grecia, tenía una madre italiana y tuvo formación alemana. Se relaciona esta pintura con las tendencias filosóficas de la fenomenologñia de Hüsserl y Heidegger o la nueva objetividad de existencialistas como Sartre o Camus. Una idea de éstos que representa perfectamente la metafísica es que un fragmento de una realidad parado en un momento y extraído del contexto al que pertenece permite recrear una realidad trascendente que está más allá de la propia realidad. Y eso es exactamente lo que trataron de plasmar los pintores metafísicos a través de sus obras. De Chirico lo plasma en una ciudad detenida en medio del fluir del tiempo, lo que le permite delimitar su auténtica esencia. Para conseguir eso el objeto real no puede ser usado sino que es nuevo, en el caso de haber sido o estar siendo utilizado lo estaríamos introduciendo en una dinámica cotidiana y por lo tanto alejándolo de la realidad trascendente. Se representan arquitecturas o paisajes urbanos vacíos, tal cual son, sin gente, parados en el tiempo y del espacio del resto del mundo. Es la representación de la intimidad más profunda del lugar para representarla en su valor total.
Había un deseo de explorar la vida interior de los objetos cotidianos representados fuera de sus contextos habituales con intención de explicarlos: su solidez, su separación en el espacio que se les sitúa o el diálogo secreto que que podría crear entre ellos. Pusieron gran atención a los objetos ordinarios y su simplicidad como hicieron grandes figuras de la pintura italiana como Giotto y Uccello, sobre los que había escrito Carrà en 1915. Parece, por tanto, imposible pensar en la creación de esta pintura sin la unión de estos dos artistas, de Chirico y Carrà, quienes desde el principio formaron una gran alianza y a quienes unía ya la poesia de Alberto Savino, hermano de De Chirico. Junto a estos dos maestros encontramos en la pintura metafísica al propio Savino, a Giorgio Morandi y a Filippo de Pisis.
Con todos estos agentes se produce una pintura que reproduce una realidad ilógica traída del mundo de los sueños pero que aun así es creíble. Parece que cada objeto y el conjunto de la escena un trozo de un lugar onírico lejos de la acumulación y en un vació que representa cada irregularidad del objeto. Éste aparece dibujado de forma nítida e iluminado por una luz fantástica y plana. Normalmente tiene una representación naturalista de estos objetos, de las figuras y de cada elemento situado en la escena del cuadro, siempre muy controlado. Cuando lo miramos da una sensación de quietud total donde no ocurre nada, alejado de cualquier experiencia cotidiana. Está apartado de ese mundo ordinario que en un momento de guerra trasmitía gran calma poética y una contraposición a las tendencias de la modernidad. Y es que la pintura metafísica nace de la contraposición ante los movimientos geometrizantes que estaban en auge en ese momento bélico, dando lugar a una tendencia mucho más orgánica y poética, alejada del ruido, la máquina, la velocidad y el caos.
La atmósfera conseguida en estas representaciones es de mundos oníricos en las que se produce una sensación de misterio por se una realidad perdurable y estática alejada de lo que conocemos. Y es la palabra "misterio" una de las que más admiraba De Chirico que escribió una frase que resume la fijación por los detalles, la poética de la vida cotidiana extrapolada y la percepción de la vida desde la esencia de lo más intimo de cada elemento:
Si bien es cierto que no fue un movimiento muy longevo, sus ideales si lo fueron. Al romper con la geometría imperante y acercarse a un mundo más natural y orgánico son muchos los que se acercan a esta corriente y a partir de la cual nacen las vanguardias más poéticas, oníricas y orgánicas. Como mayor reflejo de ello tenemos el surrealismo que se empeñó en crear mundos fantásticos inspirados en el subconsciente y en mundos soñados, donde nada es real pero la escena es creíble, gracias al tratamiento dado. El surrealismo es en sí un evolución de la pintura metafísica por lo que se considera a De Chirico su primer exponente hasta resultar en grandes artistas como Salvador Dalí. Así mismo, el surrealismo derivó en dadaísmo, por lo que parece importante, antes de hablar de estos movimientos tan reconocidos, saber de donde vienen y así poder entenderlos desde sus inicios metafísicos.
Del mismo modo, aunque de manera más indirecta, la pintura metafísica tuvo su repercusión en la arquitectura real italiana del periodo de entreguerras. La arquitectura del siglo XX en general se inspiró en muchas ocasiones el arte contemporáneo a ella, sobre todo, en la pintura. Y vemos concretamente en ese periodo una arquitectura en Italia que se apodera de un modo u otro del ideal del espacio de la pintura metafísica, así como cierta influencia clásica de ésta. Podemos por ejemplo comparar la "Plaza de Italia" de Girogio de Chirico con el EUR en Roma y la relación entre sus diferentes edificaciones.
Subido por: Nerea Illana Diez.
En época de la Primera Guerra Mundial, se vive en Italia una tremenda crisis de futurismo, que fue la vanguardia más extendida de este país y que auguraba un adelanto, unido con el auge de movimientos nacionalistas e imperialistas, que estuvieron alentados en gran parte por la frecuente lucha por el poder de las colonias. El nacionalismo busco las bases para construir su ideología en las raíces clásicas, en el grandioso pasado de Roma y en los referentes de la Italia renacentista. Esta búsqueda de los referentes clásicos derivó en dos vertientes. Por un lado, el Novecento que se daba en paralelo a otras corrientes clasicistas entorno al Mediterraneo (como el Noucentisme en Cataluña). Por otro lado, aparece el movimiento que hoy nos concierne: la pintura Metafísica.
Podemos decir que el origen de la pintura Metafísica es de caracter simbólico de la mano de los estudios recibidos por Giorgio de Chirico, quien había nacido en Grecia, tenía una madre italiana y tuvo formación alemana. Se relaciona esta pintura con las tendencias filosóficas de la fenomenologñia de Hüsserl y Heidegger o la nueva objetividad de existencialistas como Sartre o Camus. Una idea de éstos que representa perfectamente la metafísica es que un fragmento de una realidad parado en un momento y extraído del contexto al que pertenece permite recrear una realidad trascendente que está más allá de la propia realidad. Y eso es exactamente lo que trataron de plasmar los pintores metafísicos a través de sus obras. De Chirico lo plasma en una ciudad detenida en medio del fluir del tiempo, lo que le permite delimitar su auténtica esencia. Para conseguir eso el objeto real no puede ser usado sino que es nuevo, en el caso de haber sido o estar siendo utilizado lo estaríamos introduciendo en una dinámica cotidiana y por lo tanto alejándolo de la realidad trascendente. Se representan arquitecturas o paisajes urbanos vacíos, tal cual son, sin gente, parados en el tiempo y del espacio del resto del mundo. Es la representación de la intimidad más profunda del lugar para representarla en su valor total.
Giorgio de Chirico, "El enigma de una jornada",.
Había un deseo de explorar la vida interior de los objetos cotidianos representados fuera de sus contextos habituales con intención de explicarlos: su solidez, su separación en el espacio que se les sitúa o el diálogo secreto que que podría crear entre ellos. Pusieron gran atención a los objetos ordinarios y su simplicidad como hicieron grandes figuras de la pintura italiana como Giotto y Uccello, sobre los que había escrito Carrà en 1915. Parece, por tanto, imposible pensar en la creación de esta pintura sin la unión de estos dos artistas, de Chirico y Carrà, quienes desde el principio formaron una gran alianza y a quienes unía ya la poesia de Alberto Savino, hermano de De Chirico. Junto a estos dos maestros encontramos en la pintura metafísica al propio Savino, a Giorgio Morandi y a Filippo de Pisis.
Carlo Carrà, "El ídolo hermafrodita", 1917.
Carlo Carrà, "El óvalo de las aspiraciones", 1918
Giorgio Morandi, "Naturaleza muerta con Maniquí", 1918.
Alberto Savino, "La anunciación", 1932.
Con todos estos agentes se produce una pintura que reproduce una realidad ilógica traída del mundo de los sueños pero que aun así es creíble. Parece que cada objeto y el conjunto de la escena un trozo de un lugar onírico lejos de la acumulación y en un vació que representa cada irregularidad del objeto. Éste aparece dibujado de forma nítida e iluminado por una luz fantástica y plana. Normalmente tiene una representación naturalista de estos objetos, de las figuras y de cada elemento situado en la escena del cuadro, siempre muy controlado. Cuando lo miramos da una sensación de quietud total donde no ocurre nada, alejado de cualquier experiencia cotidiana. Está apartado de ese mundo ordinario que en un momento de guerra trasmitía gran calma poética y una contraposición a las tendencias de la modernidad. Y es que la pintura metafísica nace de la contraposición ante los movimientos geometrizantes que estaban en auge en ese momento bélico, dando lugar a una tendencia mucho más orgánica y poética, alejada del ruido, la máquina, la velocidad y el caos.
Giorgio de Chirico, "El gran metafísico", 1916.
«Hay más misterio en la sombra de un hombre caminando en un día soleado,
que en todas las religiones del mundo».
Si bien es cierto que no fue un movimiento muy longevo, sus ideales si lo fueron. Al romper con la geometría imperante y acercarse a un mundo más natural y orgánico son muchos los que se acercan a esta corriente y a partir de la cual nacen las vanguardias más poéticas, oníricas y orgánicas. Como mayor reflejo de ello tenemos el surrealismo que se empeñó en crear mundos fantásticos inspirados en el subconsciente y en mundos soñados, donde nada es real pero la escena es creíble, gracias al tratamiento dado. El surrealismo es en sí un evolución de la pintura metafísica por lo que se considera a De Chirico su primer exponente hasta resultar en grandes artistas como Salvador Dalí. Así mismo, el surrealismo derivó en dadaísmo, por lo que parece importante, antes de hablar de estos movimientos tan reconocidos, saber de donde vienen y así poder entenderlos desde sus inicios metafísicos.
Del mismo modo, aunque de manera más indirecta, la pintura metafísica tuvo su repercusión en la arquitectura real italiana del periodo de entreguerras. La arquitectura del siglo XX en general se inspiró en muchas ocasiones el arte contemporáneo a ella, sobre todo, en la pintura. Y vemos concretamente en ese periodo una arquitectura en Italia que se apodera de un modo u otro del ideal del espacio de la pintura metafísica, así como cierta influencia clásica de ésta. Podemos por ejemplo comparar la "Plaza de Italia" de Girogio de Chirico con el EUR en Roma y la relación entre sus diferentes edificaciones.
Palacio de Congresos en el EUR, Roma.
Palazzo della Civiltà Italiana en el EUR, Roma.
Subido por: Nerea Illana Diez.
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